Pocos me conocen y creo que
tampoco me conozco del todo bien, sin embargo, esto es una carta de compromiso
hacia mí a dejar ser quien ayer era al poner punto final a la procastinación
que me ahoga.
Siempre
he sido –y acepto aunque me duela- un soñador empedernido que cada día se
plantea las posibilidades de lo que sería si realizara una cosa o la otra,
quizás tenga sueños muy grandes que cumplir y no he dado el todo por el todo
para lograrlos o, peor aún, he empezado muchas veces pero al final desmayo mis
intenciones para poder prestarle atención a otras cosas que erróneamente considero
más importantes ¿Qué puede ser más importante que mis sueños?
Mientras
vivía en Venezuela era experto en crear excusas para mí, escondiéndome detrás
de ellas al explicar las razones por las cuales no continuaba con las cosas que
me gustan. Por ejemplo me fascina escribir para mi blog y lo había dejado de
hacer porque “no tenía tiempo” o “no tenía temas para escribir” –que burdas
falsedades-, y eso hacía que lograra conseguir otras cosas en la limitante del
día a día pero no alcanzaba el peldaño que me llevase hacía mi objetivo de vida
o quien quiero ser en futuro, digamos que en Venezuela era más pragmático por
lo que necesitaba para el momento dejando a un lado esto que es importante para
mi desarrollo y persona.
Entre
esas cosas no importantes que “me quitaban todo el tiempo del día” estaba mi
lucha diaria para poder salir del país, era una batalla conmigo mismo más que
por conseguir dinero puesto que dependía exclusivamente de mí poder reunir el dinero
que me permitiese salir con lo justo hacía otra Nación con más posibilidades –esta
es otra mentira, las posibilidades de desarrollo personal las tenía en mi
tierra, sólo que allá no tenía la paz interna de comer lo que quería ni caminar
por donde deseaba, muy bien podía quedarme allá y lograr todo pero tenía lo que
llamo agotamiento a la crisis–.
Ahora
estoy viviendo en Perú, con menos comodidades, más dinero que en Venezuela y
obviamente con mayor diversidad de menús que disfrutar a la hora del almuerzo.
Emigrar para mí ha sido una experiencia de encuentro conmigo mismo y las cosas
que deseo puesto que aquí si es verdad que SOY NADIE y si me conformo con
trabajar en una tienda o de mesonero en un restaurante resultará imposible que
logre ser esa persona que tanto he querido ser.
Lo
importante ahora, en este corre corre de las horas las cuales cada día duran
menos en este país, es ponerme los pantalones para salir a trabajar mientras me
afilo mis habilidades al apretar las tuercas de mi ingenio y así no dejar de
hacer lo que me gusta, comprometerme conmigo mismo y con ustedes –no sé cuál de
los dos compromiso tiene más efecto en mí pero es mejor usar ambos por si uno
falla– en que todas las semanas como mínimo haré una sola cosa que me gusta,
puede que sea un vídeo o un texto dramático como este pero he de hacer algo.
Esto ha
sido lo más showsero que he hecho en la vida, confieso que me gustó, es de
alguna forma gratificante poder vaciar mi mente en párrafos de mi blog… así que
no pienso volver a dejar de hacerlo. Me despido hasta dentro de unos pocos
días, hablaremos más a menudo, sabrán más de mí y de toda esta locura de
emigrar la cual me ha encantado –admito que ya quiero conocer otro país o
emigrar nuevamente–.
¿Qué me
aconsejan para enfocarme en lo que quiero y dejar de crear excusas tontas? Dejen
en los comentarios su respuesta y recuerden seguirme en todas mis redes
sociales como @soypedrotercero
0 comentarios